Colección de relatos
Espasa Calpe. 1998.
Presentado como una
novela, el texto contiene, en efecto, una interacción permanente de
los protagonistas -la pareja que habita la casa en la orilla del
río- a través de los diversos relatos de los que son actores o
testigos; y culmina, finalmente, con una clara y definida unidad de
sentido: es posible una existencia satisfactoria a partir de la
voluntad de darle a la vida las propias circunstancias que uno
elige. Narración de alto contenido lírico en el que la presencia
viva de la naturaleza juega un destacado papel. Trabajo de fuerte
voluntad simbólica en torno a un racimo de valores alternativo al
que el sistema impone.
COMENTARIOS:
Con una trayectoria literaria ya bastante
dilatada, la obra de este soriano (Valdegeña, 1945), trasterrado
actualmente en el archipiélago balear, parece moverse con agrado y
soltura dentro de un trazo corto, casi de prosa poética, como el que
aquí nos muestra.
En Una casa en la orilla de un río, se
entremezclan algunos relatos bastante antiguos con otros recientes,
en un a modo de cajón de sastre, sin demasiada consistencia. Son
relatos cortos, casi todos ellos con moraleja evidente, donde se nos
habla de lo divino y de lo humano, con el hilo conductor de una
sensibilidad a flor de piel.
A caballo entre Mallorca y Soria, con excursiones
a otros escenarios (leoneses, portugueses, irlandeses y hasta
norteamericanos) que ya le conocíamos de otras obras. Estamos ante
un libro que se demora en las descripciones, que, muchas veces por
elusión, traza personajes que en un momento de su peripecia vital se
han cruzado en la vida del autor y la han marcado con su impronta.
Su Valdegeña natal, la comarca de sus mayores, el
solar donde Avelino ambientó su primer libro, Había una vez un
pueblo, retorna aquí, y vuelve a hablarnos de bandidos, de Bécquer y
su equívoca mujer casta. De cacerías por la Sierra del Madero y de
encuestas personales con ratones de biblioteca o boticarios rurales.
Es el Avelino intimista de otros tiempos que parece ahora volver a
los mismos lugares, demorándose, dejando transcurrir el polvo del
tiempo entre los dedos, quién sabe si con algo de fatalismo.
Una casa en la orilla de un río es un poco el
compendio de toda la obra de Avelino, como un precipitado o
concentrado de su prosa, pues por aquí aparecen todos o casi todos
sus "leit-motivs" de libros anteriores. Hay, eso sí, un proceso de
depuración, de simplificación, de estilismo, que roza, como hemos
dicho, la prosa poética, pues mucho hay de poesía en este libro. No
sólo lo cuidado del lenguaje sino hasta la misma estructura,
espaciada, diáfana, aligerada por los frecuentes puntos y aparte,
hasta el punto de que este libro de casi 140 páginas se lee en una
hora lo sumo.
Aunque Soria aletea por todo el volumen los
capítulos titulados El adulterio y Mujeres de poeta, están por
completo dedicados a nuestra tierra.
Humillación o Las bolsas de basura fueron
publicados, con los títulos de Felix o la humillación antigua de los
hombres y Manolo o el chucho de las niñas bien respectivamente, en
ABANCO/COSAS DE SORIA Nº7.
Los libros de Avelino Hernández, y llevamos
siguiendo su prosa desde hace más de diez años (desde, al menos, su
Historia de San Kildán), son personalísimos, su autor parece haber
encontrado una fórmula propia, un estilo, hasta un ritmo y es dentro
de estos parámetros que va trazando su narrativa. Su interés por los
personajes más desfavorecidos, marginales, al margen de la historia
le define, así como el gusto por las tierras o los paisajes que
permanecen, en la medida de los posible, lejos del tráfago de la
modernidad. Los viejos oficios, las personas provectas con una larga
vida tras sí, le interesan. Avelino forma pues parte de una cierta
manera de entender la literatura, fuera de modas urbanitas o
supuestamente cosmopolitas, trata, y consigue, tener una voz propia
y hablarnos de las gentes y los parajes que le interesan. Esta su
decisión actual de marchar a vivir a la Isla de la Luz, dejando
atrás Madrid y sus afanes, nos anuncia que va a seguir por ese
camino, en el que le deseamos paz y felicidad.
© Antonio Ruiz Vega