Levante-EMV, Alzira
21 Febrero 2007
Carcaixent ha perdido a las monjas del
asilo. Las Hermanas Terciarias Capuchinas, que durante noventa años
han atendido primero el hospital y luego de asilo del municipio, se
han marchado antes de lo previsto y sin que su despedida haya estado
a la altura del generoso y sacrificado espíritu de servicio
demostrado por la comunidad amigoniana durante casi un siglo. La
razón del abandono cabe buscarla en la falta de vocaciones, pero
también en el cambio de rumbo adoptado por la nueva dirección de la
residencia de ancianos, que ha acelerado la salida de las
religiosas.
La llegada de las seguidoras del venerable padre
Luis Amigó se remonta al 13 de diciembre de 1916, día en que se
hicieron cargo del vetusto hospital del municipio, que tenía
asociado un asilo y también una escuela de párvulos. La dedicación
de las monjas permitió multiplicar el servicio sanitario hasta el
punto de que la atención asistencial creció tanto como el crédito
que se labraron las hermanas entre el vecindario. Hasta tal punto
llegó su abnegación que Carcaixent fue uno de los escasas
poblaciones de la provincia donde las religiosas se libraron del
acoso y los fusilamientos de la guerra civil.
Los cinco milicianos armados que ocuparon una
noche el dispensario con fines nada pacíficos renunciaron a la
violencia al comprobar el mimo y la delicadeza con la que curaban a
los heridos de toda ideología y condición que traspasaban las
puertas del hospital, que incorporó durante la contienda en una
maternidad. En 1970 se inauguraron los nuevos locales del centro
sanitario y la nueva residencia de ancianos, ubicada en las primeras
estribaciones de la urbanización San Blas, abrió el 25 de marzo de
1982.
Hace apenas una década, durante los actos
conmemorativos del 80º aniversario de la llegada de las terciarias
capuchinas, el entonces alcalde, Rafael Navarro, deseó que la
«sintonía entre la congregación y la ciudad continuase en el
futuro». Diez años mas tarde, las monjas ya no están. La nueva
dirección de la residencia las dejó sin apenas competencias y
prefirieron salir de Carcaixent sin hacer ruido. Un silencio
demasiado expresivo.
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