En resumen, pocas palabras de
aliento y muchos varapalos. No sé si esta
peculiar actitud es más frecuente en
Carcaixent que en otros sitios, pero explica
en parte la situación de estancamiento
económico a la que ha llegado este
municipio, modelo de iniciativas en otros
tiempos. En mi pueblo el carácter
emprendedor brilla últimamente por su
ausencia salvo en muy raras excepciones. El
triunfo ajeno muchas veces genera
incomodidad y por ello, la mejor situación
para el reconocimiento público es la
distancia, mientras que en pueblos vecinos
una sana competencia empuja a la emulación
del éxito en una incentivación positiva. Eso
es lo que marca la diferencia para el
progreso de unos y el estancamiento de
otros.
Por el contrario los
eminentes emigrados del terruño se prestan
amablemente para facilitar alguna gestión en
favor de su pueblo. Tal es el caso de
Enrique Guerrero, uno de los asesores en La
Moncloa, hoy diputado en Bruselas, que
presenté a la alcaldesa en su despacho de
Madrid para que nos ayudase en las
relaciones con la Confederación Hidrográfica
del Júcar, dependiente del gobierno central.
Enrique hizo el contacto lo más fluido
posible aunque, como es lógico, tuvimos que
cargar igual con las exigencias del
organismo de cuenca que nos atendió con la
sonrisa en la boca y algo más de agilidad en
el trámite, que ya es decir. La verdad es
que Guerrero, compañero de bachiller,
socialista y amigo, ha estado siempre en la
sana disposición de ayudar en lo posible al
pueblo de Carcaixent sin importarle
ideologías y escaramuzas internas. Quizás
por eso y porque el santo cuando de más
lejos hace más milagros, se le concedió
recientemente la medalla de oro de la ciudad
por el ayuntamiento de derechas.
Reconocimiento, por cierto, que creamos en
el 91 con motivo del homenaje al maestro D.
Eduardo Soler i Estruch, gran olvidado por
ayuntamientos anteriores, y que después, por
una curiosa amnesia administrativa de los
siguientes, se le volvió a otorgar por
segunda vez post mortem como si nada hubiera
pasado. ¿Admiración al personaje o ansia de
protagonismo oficial a destiempo?
El proyecto, de José Moreno
Velez y su equipo de Arquintec, obtuvo el
premio nacional de diseño de centros
comerciales de aquellos años en los que se
edificaban hasta aburrir. Eran los tiempos
en que España era considerada la octava
potencia económica del mundo e íbamos
sobrados de todo. Trabajé como director de
la urbanización y coordinador de la
ejecución del complejo, colaborando con mis
colegas de Arquintec. En esta función
propuse la intervención del pintor y
escultor Manuel Boix para los acabados del
ágora central, pero la idea no acabó de
fructificar porque al final se consideró un
nivel artístico excesivo para un complejo
comercial con exigencias más ligeras.
La propuesta se basaba en la
integración de un antiguo motor Diesel de
volantes para extraer agua de riego, con una
ambientación alegórica al rio Júcar.
Gestioné y pagué de mi bolsillo la
restauración de una preciosa máquina
abandonada en los almacenes municipales,
cediéndose por acuerdo plenario del
Ayuntamiento para su exposición en el Centro
Comercial por un período de cincuenta años.
El artefacto, fabricado en Manchester y que
había pertenecido a la familia del cronista
Carreres, nunca llegó a instalarse. Al
final, la pieza de museo, quedó olvidada por
el ayuntamiento que había prometido al menos
ubicarla en los jardines de la avenida del
Boticari Bodí. Yo me cansé de predicar en el
desierto, espero que algún día alguien se
acuerde de recuperarla y exponerla en un
sitio digno.
Nunca hemos tenido la suerte
de poder introducir la obra de Boix en
Carcaixent. Después de la exposición “El
Punt dins del moviment” (Atarazanas de
Valencia, Teatro Romano de Sagunto y
Carcaixent) que conseguimos montar en el
Almacen de Ribera para las fiestas del 94,
se aprobó por unanimidad mi propuesta de
adquirir una escultura de gran tamaño de
esta colección para el Parque Navarro Darás.
Aunque el acuerdo de Pleno permanece
vigente, se ha incumplido reiteradamente por
los ayuntamientos posteriores que otra vez
han sufrido de alzheimer administrativo
incluso en las épocas de abundancia
prodigiosa. Este singular esfuerzo
artístico, conseguido con la ayuda del
pintor de L’Alcudia y del ilustre alcireño
Emilio Tortosa presidente entonces de
Bancaja, quedó deslucido por las
mezquindades de la política.
Finalmente intenté que la
fuente de la rotonda, puerta de entrada a
Carcaixent por la Avenida de La Ribera,
fuera diseñada por Boix basándose de nuevo
en la vieja y querida idea del rio Júcar,
pero en lugar de esto se ha construido una
especie de costoso cráter en lo alto de un
montículo que sólo de vez en cuando nos
alegra la vista con algún chorrito de agua.
Su vista habitual en seco, y aún en mojado,
obstaculiza unas excelentes perspectivas
naturales en todas las direcciones.
Aunque existan gentes que no
reconozcan ni recuerden más allá de su
propio ombligo, podemos estar satisfechos
porque al menos hemos conseguido alumbrar y
bautizar el centro comercial “Ribera del
Xúquer” y el consiguiente parque comercial
del mismo nombre.
Lo escribió Baltasar Gracián
en 1647 “Solemos aborrecer de modo
gratuito incluso antes de conocer las
supuestas cualidades. Y a veces esta innata
y plebeya aversión se atreve con los hombres
eminentes. La cordura debe corregirla pues
no hay peor descrédito que aborrecer a los
mejores”.
Hacía tiempo que estaba
escrito. Hay que releer a los clásicos.
Pasqual Vernich |