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Historia del centre comercial ER

Historia del centre comercial EROSKI

Capitulo 2 EROSKI EN CARCAIXENT

ÍNDICE 

 

La actualidad de los clásicos (8)

Pascual Vernich

Las obras de urbanización no tuvieron demasiadas incidencias aparte de las ya consabidas protestas de los vecinos por los ruidos generados, ya que se trabajaba hasta media noche en un esfuerzo continuado por cumplir objetivos. Sin embargo algunos de los que se beneficiaban más directamente del proyecto por estar al lado sin costes, no podían aguantar ninguna molestia. También sonaron las denuncias de los defensores a ultranza de veredas y cañadas que, por encima de cualquier otra consideración, pretendían mantener en su trazado la antigua vereda del Assagador, que lógicamente tuvo que desplazarse ligeramente siguiendo los cauces legales. A cierta gente le parecía una agresión a la idílica armonía del lugar.

 

En resumen, pocas palabras de aliento y muchos varapalos. No sé si esta peculiar actitud es más frecuente en Carcaixent que en otros sitios, pero explica en parte la situación de estancamiento económico a la que ha llegado este municipio, modelo de iniciativas en otros tiempos. En mi pueblo el carácter emprendedor brilla últimamente por su ausencia salvo en muy raras excepciones. El triunfo ajeno muchas veces genera incomodidad y por ello, la mejor situación para el reconocimiento público es la distancia, mientras que en pueblos vecinos una sana competencia empuja a la emulación del éxito en una incentivación positiva. Eso es lo que marca la diferencia para el progreso de unos y el estancamiento de otros.

Por el contrario los eminentes emigrados del terruño se prestan amablemente para facilitar alguna gestión en favor de su pueblo. Tal es el caso de Enrique Guerrero, uno de los asesores en La Moncloa, hoy diputado en Bruselas, que presenté a la alcaldesa en su despacho de Madrid para que nos ayudase en las relaciones con la Confederación Hidrográfica del Júcar, dependiente del gobierno central. Enrique hizo el contacto lo más fluido posible aunque, como es lógico, tuvimos que cargar igual con las exigencias del organismo de cuenca que nos atendió con la sonrisa en la boca y algo más de agilidad en el trámite, que ya es decir. La verdad es que Guerrero, compañero de bachiller, socialista y amigo, ha estado siempre en la sana disposición de ayudar en lo posible al pueblo de Carcaixent sin importarle ideologías y escaramuzas internas. Quizás por eso y porque el santo cuando de más lejos hace más milagros, se le concedió recientemente la medalla de oro de la ciudad por el ayuntamiento de derechas. Reconocimiento, por cierto, que creamos en el 91 con motivo del homenaje al maestro D. Eduardo Soler i Estruch, gran olvidado por ayuntamientos anteriores, y que después, por una curiosa amnesia administrativa de los siguientes, se le volvió a otorgar por segunda vez post mortem como si nada hubiera pasado. ¿Admiración al personaje o ansia de protagonismo oficial a destiempo?

El proyecto, de José Moreno Velez y su equipo de Arquintec, obtuvo el premio nacional de diseño de centros comerciales de aquellos años en los que se edificaban hasta aburrir. Eran los tiempos en que España era considerada la octava potencia económica del mundo e íbamos sobrados de todo. Trabajé como director de la urbanización y coordinador de la ejecución del complejo, colaborando con mis colegas de Arquintec. En esta función propuse la intervención del pintor y escultor Manuel Boix para los acabados del ágora central, pero la idea no acabó de fructificar porque al final se consideró un nivel artístico excesivo para un complejo comercial con exigencias más ligeras.

La propuesta se basaba en la integración de un antiguo motor Diesel de volantes para extraer agua de riego, con una ambientación alegórica al rio Júcar. Gestioné y pagué de mi bolsillo la restauración de una preciosa máquina abandonada en los almacenes municipales, cediéndose por acuerdo plenario del Ayuntamiento para su exposición en el Centro Comercial por un período de cincuenta años. El artefacto, fabricado en Manchester y que había pertenecido a la familia del cronista Carreres, nunca llegó a instalarse. Al final, la pieza de museo, quedó olvidada por el ayuntamiento que había prometido al menos ubicarla en los jardines de la avenida del Boticari Bodí. Yo me cansé de predicar en el desierto, espero que algún día alguien se acuerde de recuperarla y exponerla en un sitio digno.

Nunca hemos tenido la suerte de poder introducir la obra de Boix en Carcaixent. Después de la exposición “El Punt dins del moviment” (Atarazanas de Valencia, Teatro Romano de Sagunto y Carcaixent) que conseguimos montar en el Almacen de Ribera para las fiestas del 94, se aprobó por unanimidad mi propuesta de adquirir una escultura de gran tamaño de esta colección para el Parque Navarro Darás. Aunque el acuerdo de Pleno permanece vigente, se ha incumplido reiteradamente por los ayuntamientos posteriores que otra vez han sufrido de alzheimer administrativo incluso en las épocas de abundancia prodigiosa. Este singular esfuerzo artístico, conseguido con la ayuda del pintor de L’Alcudia y del ilustre alcireño Emilio Tortosa presidente entonces de Bancaja, quedó deslucido por las mezquindades de la política.

Finalmente intenté que la fuente de la rotonda, puerta de entrada a Carcaixent por la Avenida de La Ribera, fuera diseñada por Boix basándose de nuevo en la vieja y querida idea del rio Júcar, pero en lugar de esto se ha construido una especie de costoso cráter en lo alto de un montículo que sólo de vez en cuando nos alegra la vista con algún chorrito de agua. Su vista habitual en seco, y aún en mojado, obstaculiza unas excelentes perspectivas naturales en todas las direcciones.

Aunque existan gentes que no reconozcan ni recuerden más allá de su propio ombligo, podemos estar satisfechos porque al menos hemos conseguido alumbrar y bautizar el centro comercial “Ribera del Xúquer” y el consiguiente parque comercial del mismo nombre.

Lo escribió Baltasar Gracián en 1647 “Solemos aborrecer de modo gratuito incluso antes de conocer las supuestas cualidades. Y a veces esta innata y plebeya aversión se atreve con los hombres eminentes. La cordura debe corregirla pues no hay peor descrédito que aborrecer a los mejores”.

Hacía tiempo que estaba escrito. Hay que releer a los clásicos.

Pasqual Vernich

 

 

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