Hagamos un análisis simplificado. En primer
lugar para abordar decisiones empresariales
de esta envergadura se recurre a estudios
socio-económicos de gran alcance encargados
a empresas especializadas. Se analiza un
área de afección de unos veinte kilómetros a
la redonda con una población cercana a los
doscientos mil habitantes para evaluar la
población potencialmente usuaria del
complejo comercial en cuestión. Plantear,
como alguien pretende, el problema a nivel
local es un absoluto despropósito. Por ello,
tanto Alzira como Carcaixent como cualquier
otro pueblo de la comarca, quedan muy lejos
de estas cifras y magnitudes para que puedan
pavonearse los unos frente a los otros.
Para facilitar la afluencia de consumidores,
es fundamental comprobar el potencial de
comunicaciones de toda el área, condición
que cumplen las dos ciudades tras la
construcción de la Avenida de La Ribera y
más aún cuando se complete el enlace con la
CV-50 previsto y , a mayor abundancia, la
variante oeste de Carcaixent también
proyectada. Pero no olvidemos que también
podrían cumplirla otros pueblos situados en
la autovía Valencia-Madrid o cerca de la
AP-7 cómo Algemesí.
Se estudia, como es lógico, la repercusión
de la competencia en el sector que, como es
obvio, en ambos casos es la misma y, siendo
de sobra conocida, no necesitamos señalarla.
En condiciones objetivas similares obtiene
una ligera ventaja relativa la circunstancia
de la capitalidad comarcal de Alzira, tanto
por historia como por población, tal como se
propuso al principio. Pero la capitalidad
en este caso reúne unas peculiares
circunstancias que la diferencian
substancialmente de otras cabeceras
comarcales cómo Xátiva o Gandía sin ir más
lejos.
Tanto Xátiva en La Costera, cómo Gandía en
La Safor, se sitúan al doble de distancia
de Valencia que Alzira, llegando a ser
incómodo el desplazamiento a la gran ciudad
y por ello se constituyen como nodo de
atracción comarcal relativamente mucho más
fuerte que el de Alzira con respecto a su
comarca. Aquí la gente acostumbra desde
siempre a desplazarse a Valencia con mucha
más facilidad, lo que debilita la
competencia de la principal ciudad de La
Ribera..
Por último, Alzira se encuentra rodeada de
núcleos urbanos con una importante
población relativa, como Carcaixent y
Algemesí, a dos y cuatro kilómetros de
distancia respectivamente, con tendencia a
configurar una conurbación, a lo que habría
que añadir recientemente Guadassuar y
L’Alcudia con una voluntad de afianzamiento
indiscutible.
Por todo ello, cuando analizamos una
implantación económica importante es
decisivo tener en cuenta una estrategia
territorial global que trasciende en mucho
el ámbito de una sola ciudad y con mayor
razón, la dimensión de ciudades, todas ellas
pequeñas, cómo las que estamos analizando.
Los factores a contemplar son múltiples y
variados. Considerarse el centro
indiscutible del universo comarcal no deja
de ser un autoengaño y un anacronismo de
graves consecuencias, poco práctico incluso
para el propio desarrollo, como acabamos de
ver.
Algo parecido le sucedió a Denia, capital de
La Marina Alta. Durante mucho tiempo
estuvimos intentando implantar un gran
centro comercial en el municipio con la viva
oposición de los comerciantes locales
apoyados por la demagogia de los políticos
de turno. Los dianenses confiaban, como los
de Alzira, en la absoluta supremacía
comarcal del antiguo reino de taifas, pero
se equivocaron. En la época de la
globalización y del automóvil, la
importancia turística de Denia no era un
dato decisivo, ni tan siquiera el volumen de
población local, sin embargo lo eran las
comunicaciones, la población flotante
comarcal y la notoriedad del acceso. Al
final construimos un centro comercial de
grandes dimensiones en Ondara, un municipio
de la comarca situado a diez kilómetros de
Denia y de tan solo seis mil habitantes,
pero nudo de comunicaciones entre la N-340 y
la AP-7. Lo bautizamos como Portal de La
Marina y se ha consolidado como uno de los
centros de mayor afluencia de consumidores
de la zona.
Si, por otra parte, tenemos en cuenta que en
la Comunidad Valenciana existen más de
quinientos municipios independientes entre
sí y que la gobernanza del territorio
aconseja una planificación global y una
reducción administrativa con una
distribución racional de funciones y
oportunidades, suenan a ecos tribales estos
planteamientos localistas.
Tenemos que reconocer que los tiempos han
cambiado y con ello el concepto del mundo
que ya no puede verse desde el campanario de
Santa Catalina o desde lo alto de la
Parroquia de la Asunción de Carcaixent, si
no es para analizar en colaboración el
territorio común que debemos desarrollar.
La importancia de llamarse Alzira ya no es
la misma. Estamos orgullosos de nuestra
ciudad, de la ciudad de Alzira, pero hay que
planificar para todos y como mínimo a nivel
comarcal, pero incluso la Comarca de La
Ribera se nos queda estrecha. El mundo es
mucho más pequeño que hace tan sólo veinte
años.
Seamos realistas.
Pasqual Vernich |