Las gestiones de compra de
Felipe Dasi, presunto testaferro de Inicias,
habían sido superiores a sus posibilidades
por lo que al llegar la hora de avalar las
cuotas urbanísticas sus recursos fueron de
momento insuficientes, en vista de ello se
le concedió por el Ayuntamiento, fuera del
plazo legal máximo, algún tiempo más para
poder conservar íntegros sus derechos ante
la insistencia del interesado y de su
posible vendedor. Este “buenismo”
innecesario y arriesgado, aumentaba los
retrasos que ya se llevaban acumulados en la
emisión de los informes preceptivos por el
urbanizador, retardos con los que se había
pretendido conseguir más derechos de suelo y
forzar un aumento de precio.
Por fin, el 14 de Abril de
2003, se consigue la aprobación definitiva
de la reparcelación y tan solo a los diez
días, el 25 del mismo mes, se presenta el
proyecto básico del Centro Comercial Eroski
en Carcaixent. Llevábamos trabajando en el
proyecto desde hacía meses para que llegado
el momento, perdiéramos el mínimo tiempo
posible. Además los permisos de la
Consellería de Industria y Comercio para
grandes superficies tenían fecha de
caducidad.
Al retrasarse, también
injustificadamente, la inscripción en el
Registro de Alzira, tuvimos que apremiar al
urbanizador mediante un burofax de 26 de
Mayo, inscribiéndose por fin en Julio de
2003. El otorgamiento de escritura a favor
de Eroski debería realizarse en el plazo
máximo de un mes por lo que se emplazó a la
propiedad para el día 7 de Agosto y ante su
incomparecencia se le comunicó, mediante
requerimiento notarial, una última fecha
para el día 12 del mes siguiente.
Se atribuye a un antiguo
adagio chino que la firma del contrato no es
más que el comienzo de la negociación según
me había comentado el propio gerente de
Inicias, por lo que, siguiendo este
principio, la propiedad hizo un último
intento de renegociación usando el tiempo
como moneda de cambio. Finalmente, siendo
conscientes de los mayores perjuicios que
podía causarles un posible incumplimiento de
contrato, optaron por vender al precio
pactado el 12 de septiembre de 2003.
La escritura de compraventa
se otorgó en la Notaría de Alzira de D.
Francisco Cantos, quien había sido
anteriormente notario de Carcaixent, en una
sesión maratoniana de doce horas que empezó
a primera hora de la mañana y no terminó
hasta última hora de la tarde. Tenían que
vender su cuota parte en el proindiviso unas
veinticinco personas con sus
correspondientes cónyuges y no podía
perfeccionarse la compraventa mientras no
hubieran firmado la totalidad de los
propietarios. Además vendían a Clasica
Urbana quien a su vez y ya como propiedad
única, vendía a una empresa del grupo
Eroski, según los acuerdos de inicio con la
Agrupación de interés Urbanístico. Un
verdadero crucigrama.
El carácter ingenioso del
notario facilitó mucho la operación que no
estuvo exenta de tensiones a lo largo de un
día que nos pareció eterno. Hubo una sola
persona que se puso en evidencia al final,
por pedir un sobreprecio para estampar su
firma, ante la indignación y el desespero
del resto de propietarios. Este conocido
especulador profesional dio la nota de color
en una jornada cansina y tensa. El
nerviosismo hizo que Javier Marchesi,
gerente de Clasica, se tragara las aceitunas
de nuestra merienda de dos en dos ante el
asombro mío y de Yubero que esperábamos
pacientemente en el Velazquez a que nos
llegara el último turno.
Habíamos empleado casi cinco
años en conseguir el preciado solar
comercial y ahora nos quedaba el reto de
construirlo contra reloj. Era la parte más
espectacular y visible pero no la más
difícil. Lo peor de la gestión lo habíamos
pasado.
Por fin, de nuevo en Alzira,
todo fue una fiesta.
Pasqual Vernich |