Se trataba de una empresa de
acreditada solvencia tanto en lo económico
cómo en capacidad técnica por lo que,
estando ya sobre el terreno, se convertía en
la opción ideal para nosotros y atraía hacia
Carcaixent al grupo financiero más
emblemático de Alzira. Lógicamente la
propuesta de participar como operador
urbanístico para el centro comercial Eroski
les interesó inmediatamente, porque además
el centro absorbía gran parte de la
edificabilidad minimizando el riesgo de la
parte residencial.
Con estos antecedentes se
firmó el contrato Clasica-Eroski a finales
de Octubre y el Proyecto de Actuación
Integrada lo tuvimos preparado y presentado
un mes después, el 29 de Noviembre de 2001.
A pesar de las dificultades estábamos
contentos y esperanzados en que un proyecto
tan importante sería recibido en Carcaixent
con los brazos abiertos, no sólo por el
Ayuntamiento sino también por los
particulares. Como muestra de ello mi amigo
Paco Campos, miembro de la empresa y
emparentado con los Suñer, que había
estudiado bachillerato en los franciscanos
conmigo y conocía el estancamiento del
pueblo, bromeó eufórico “Cuando
inauguremos el centro comercial seguro que
te dedican una calle en Carcaixent”
Yo le contesté completamente convencido de
lo que nos esperaba “¡Joder Paco! Con el
tiempo que llevas aquí y no conoces
este pueblo”.
Pronto tuvo que darme la razón.
Durante esos días la prensa
comarcal que había estado apoyando lo de
Alzira, publicó a toda página versiones muy
sesgadas sobre las pretensiones de Clasica
en el proyecto de Carcaixent, a lo que se
añadían colaboraciones técnicas
supuestamente irregulares. Sin lugar a
dudas, estas informaciones fueron filtradas
por ciertas personas de la oposición local
y malinterpretadas por la prensa. Aparte de
presentar nuestras quejas a la dirección de
los medios implicados, no quisimos entrar en
la polémica estéril de estos infundios
interesados, que no favorecían en nada el
proyecto, para centrarnos en nuestro
trabajo que no era poco. Necesitábamos
adquirir terrenos a toda costa. Mientras
tanto el tiempo y los especuladores jugaban
en nuestra contra.
La operación de adquisición
de terrenos por parte de Clasica Urbana
corría a cargo de Paco Campos, quien debería
comprar una cantidad de metros cuadrados que
doblaran aproximadamente la superficie de la
parcela comercial cuyo precio final estaba
contratado. Habida cuenta del reglamento de
reparcelación, el solar final debería ser
coincidente en su mayor parte con el suelo
inicial y se destinaría más o menos la mitad
a cesiones obligatorias. Para empezar no
teníamos otra opción más que rezar para que
las pretensiones de la propiedad se movieran
en un entorno razonable o simplemente
factible.
Una vez firmado el convenio
la alcaldía, de acuerdo con nosotros,
organizó una reunión con los propietarios
afectados en el salón de actos de la antigua
CNS, ahora Cámara Local Agraria, con el
objeto de que les explicásemos conjuntamente
y de primera mano la inversión prevista y la
oportunidad que el proyecto significaba para
el pueblo y para sus propios intereses. La
reunión pretendía informar exhaustivamente a
los propietarios para crear confianza y
facilitar las cosas, garantizando un justo
precio de los terrenos. Sin embargo y debido
a la fuerte disconformidad de un par de
concejales, antiguos socios políticos y
cabecillas de grupo, nos dejaron solos en el
último momento sin ningún respaldo
municipal, lo que aumentó la mala
predisposición que habían desatado con la
campaña de prensa. Estos ediles habían
manifestado a la alcaldía su total oposición
a que los de Clasica, con mi ayuda
profesional, fuesen los gestores del suelo,
esperando mangonear ellos mismos el asunto.
Era una jugada imprudente que podía acabar
con todo el proyecto, puesto que el contrato
del centro comercial estaba firmado con
Clásica y los representantes de la empresa
vasca estaban ya hartos de tanta maniobra.
Sólo nos faltaba que los de Carcaixent
superasen en problemas a los de Alzira,
cuando les había venido la inversión de
rebote.
El precio agrícola del suelo
bruto para huertos en plena producción, se
valoraba en el mercado alrededor del millón
de pesetas y a pesar de que ofertábamos al
alza una cantidad cinco veces superior,
casas e instalaciones aparte, no se pudo
hacer ni una sola operación. Se habían
visitado a varios propietarios de la zona
sin ningún éxito y finalmente se nos informó
que iban a constituir en breve la Agrupación
de Interés Urbanístico del sector con la
intención de competir con nosotros para la
obtención de la condición de urbanizador en
las condiciones preferentes contempladas en
la ley. Entre todos tenían el acuerdo de no
vender hasta más adelante, lo que presagiaba
un intento especulativo de grueso calibre.
Con ello todas las posibles expectativas de
compra de terrenos por parte de Clasica para
asegurar la operación se habían venido abajo
y el problema se complicaba con más
incógnitas que ecuaciones.
Habíamos apostado por un gran
centro comercial en Carcaixent cuando nadie
lo imaginaba, iban a ganar mucho dinero los
propietarios de la zona sin haber hecho el
más mínimo esfuerzo, veníamos de un largo
periplo desde Alzira desahuciados y
cansados, nos acompañaba la empresa insignia
de la capital de la comarca que invertiría
por primera vez en casa de sus vecinos y,
cuando creíamos estar en la tierra
prometida, nos encontramos abandonados con
armas y pertrechos en medio del desierto.
Como dijo Romanones
decepcionado de los suyos: ¡Menuda tropa!
Pasqual Vernich |