Sin embargo, había algunas
diferencias favorables con respecto a la
vecina Alzira. Mientras que los dirigentes
de la pequeña capital iban de engreídos y
sobrados, en Carcaixent por el contrario,
estaban históricamente faltos de inversiones
y acomplejados por el estancamiento de la
ciudad, pero alimentaban el orgullo del
hidalgo venido a menos de otras épocas. Esas
dos circunstancias podían aprovecharse en
beneficio de la operación Eroski.
Desde el primer momento que
hablé de esto con Lola Arbona se mostró muy
ilusionada con la propuesta aunque siempre
puso como condición el total respeto y no
interferencia con el ayuntamiento de Alzira,
actitud poco reconocida por sus vecinos, y
sobre todo que no fuese utilizado Carcaixent
cómo señuelo para cazar en Alzira.
Condiciones que aceptamos y respetamos
escrupulosamente por parte de Eroski en todo
momento aunque muchos, por ambas partes, no
lo creyeran. Tanto los unos como los otros
estaban convencidos de que era un amago para
convencer a Alzira. Los primeros por
prepotencia y los segundos por timidez.
Se equivocaban los dos,
porque en la época de la globalización, del
internet y del automóvil, poco podían
importar dos kilómetros de distancia si
existían o podían existir buenas
comunicaciones. El condicionante de la
capitalidad de la comarca pertenecía más al
imaginario colectivo local que al cómputo de
necesidades. Así lo entendieron rápidamente
desde Elorrio mientras que aquí, tirios y
troyanos, ni se enteraban.
Con estas premisas, el
ambiente del mes de Septiembre y Octubre de
2001 no podía ser más agresivo en contra
nuestra. Destacaron las declaraciones del
concejal del PSOE José Andrés Conejero al
diario Levante el 19 de Septiembre “estas
propuestas son de alguien con pocos
escrúpulos que está utilizando burdamente el
nombre de Carcaixent para chantajear a
Alzira utilizando tácticas de parchís más
antiguas que andar a pié”(sic). Cariñosa
frase dedicada a mí, prejuzgando
maliciosamente nuestras intenciones sin
conocer apenas nada. Visto que la alcaldía,
con la que habíamos tratado hasta entonces,
tampoco aclaraba el asunto, pedimos
urgentemente al ayuntamiento, por registro
de entrada, una reunión con los portavoces
de los grupos políticos para explicar
detalladamente nuestro proyecto e
intenciones. Las reuniones se celebrarían en
el mes de Octubre.
El diario Las Provincias
publicó el 22 de septiembre “todos los
grupos coinciden en que se está utilizando a
Carcaixent a favor de Alzira” o también
reproducía calificativos tan hospitalarios
de los concejales como “burda maniobra de la
empresa”. Hasta tal extremo llegó la
agresividad hacia mi persona que tuvo que
salir el amigo José Miguel Yubero en mi
defensa, en nombre de Eroski, en un oportuno
comunicado muy de agradecer “Yubero sale en
defensa del arquitecto y ex alcalde de
Carcaixent” frente a todos aquellos que
pretendían “demonizarle”, fueron los
titulares. Sin la absoluta confianza y
lealtad con la que me honró siempre Yubero,
hubiera sido imposible llegar a triunfar.
La reunión de Noviembre con
los portavoces siguió la tónica esperada de
absoluta incredulidad tras una campaña de
difamación en contra nuestra. Destacó, en
esta reunión, la intervención de Vicente Pla
del grupo de La Rosa, quien tuvo el mérito
de hacer cabrear al comedido Yubero con un
alegato incendiario contra la explotación
del pueblo por los empresarios, todo ello en
un chusco estilo seudomarxista con agrias
referencias a Eroski. Yubero tuvo que
explicarle una vez más al concejal, que la
empresa Eroski era una cooperativa de
trabajadores todos ellos copropietarios de
la misma y que su actitud con Carcaixent era
de colaboración leal y añadió “No sé de qué
partido es usted ni me importa pero, dada su
irresponsabilidad, si yo fuera de este
pueblo no le votaría jamás”. Acertada
premonición de futuro. Casi nada en boca de
un señor que parecía un jesuita por sus
manifestaciones extremadamente humildes y
prudentes. Sin embargo Pla deformó la
versión a la prensa “La Rosa lamenta sin
ambages la prepotencia de la empresa y
censura los intereses asociados a la
operación urbanística”. No sabemos a qué
intereses se refería cuando nunca tuvimos ni
un solo centímetro cuadrado de suelo. Era
una vieja práctica de los malos políticos,
difamar en falso que algo queda.
Anteriormente, para dar mayor
confianza a la Corporación, se había
ofrecido al Ayuntamiento mantener la
donación de 250 millones para fines sociales
contemplada en el convenio si la empresa al
final se instalase en Alzira. Además nos
habíamos reunido con los representantes de
ASSECA, asociación de empresarios y
comerciantes locales, quienes estaban
dispuestos a colaborar si se cumplían los
términos pactados.
Pero con todo y con ello,
quién al final logró la aprobación de los de
Carcaixent fueron las manifestaciones
prepotentes del alcalde de Alzira. En este
país uno está dispuesto a quedarse tuerto
con tal de que el otro se quede ciego, pero
el honor mancillado nos une. El orgullo del
hidalgo carcagentino salió a relucir con la
habitual respuesta hispánica: ¡Para cojones,
los míos! Y se aprobó rápidamente por
unanimidad.
Algunos concejales, hasta
entonces, habían estado mordiendo la mano de
quien les traía la comida.
Dijo un hombre sabio, nadie
es profeta en su tierra.
Pasqual Vernich |