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Historia del centre comercial ER

Historia del centre comercial EROSKI

Capitulo 1 EROSKI EN ALZIRA

ÍNDICE 

 

PUNTO Y SEGUIDO (11)

Pascual Vernich

Antes de poner un punto y seguido para continuar la historia del centro comercial Eroski en la vecina ciudad de Carcaixent, me gustaría hacer una reflexión sobre todo lo acontecido hasta la fecha y regresar un poco al principio cuando reivindiqué en “Entrando al trapo” mi lealtad y empeño en cumplir con el encargo de implantar esta gran superficie en la ciudad de Alzira.

 

Creo que a estas alturas del relato nadie puede dudar del esfuerzo que hicimos todos los de Eroski y yo en particular, por asentarnos en la capital de La Ribera. Creo que ha quedado suficientemente aclarado el papel que jugó cada cual en esta ingrata historia de tres años que he tratado de relatar de la forma más respetuosa posible con las personas, sin dejar de ser fiel a la realidad de lo sucedido. Nos sobran documentos para precisar mucho más hechos y actitudes, pero creo que no es necesario. Lo importante es que la gente conozca su historia y que no se deje embaucar por cuentos chinos. Alzira perdió una gran oportunidad por la prepotencia y mala gestión del gobierno local y punto.

Yo no me llevé la inversión a Carcaixent, pues no era ese el encargo que tenía ni tampoco estaba facultado para hacerlo. Simplemente nos echaron por cansancio acumulado durante tres años. Alguien consiguió durante esos años, y alguno más, conservar su cuota de mercado y no compartirla. También otros se lo consintieron y facilitaron, no sé si por interés o por estulticia, pero quien perdió de verdad fue la ciudad de Alzira.

Si bien es cierto que no fui el responsable del traslado de Eroski a Carcaixent, no es menos cierto que mi intervención fue decisiva para que la dirección de la empresa se fijase en el pueblo de al lado como solución. Era difícil apreciar sus posibilidades por estar entonces mal comunicado por carretera y muy mal urbanizado por el norte. Era necesario conocer a fondo el estado de su planificación y haber imaginado su posible expansión por ese frente, proyecto entre otros, con el que acudimos y ganamos las elecciones municipales del 91: La expansión de Carcaixent hacia Alzira formando un gran eje urbano, la suma de sinergias que ahora el azar nos servía en bandeja de forma contradictoria. Lo habíamos imaginado como colaboración y ahora se presentaba en forma de competencia.

Cuando se hubo firmado el convenio, alguna prensa ávida de crear héroes y villanos, deslumbró con los consabidos tópicos del “fino olfato” o la “profunda visión” de la alcaldesa vecina, alabando su prodigiosa gestión. Nada más lejos de la realidad. No hubo nada de eso; ni visión rayos X, ni anticipación, ni leches en vinagre. El consistorio de Carcaixent y su alcaldesa comenzaron a despertar incrédulos cuando les fuimos a visitar por primera vez en el verano del 2001, tan incrédulos estaban que tuvo Dª Lola que llamar al Pais Vasco para que le confirmasen que lo que habían oído estaba aprobado por Eroski a propuesta nuestra y no era una jugada de farol de Yubero y mía. ¡Para eso estábamos después de tres años!

El mérito de Dª Lola fue simplemente tener la constancia y la sensatez, que no es poco, de ofrecer las mayores facilidades a una fuerte inversión venida del cielo, como el maná, a favor de su pueblo. Mérito notable aunque al principio hubiera dudado, como Santo Tomás, hasta poner el dedo en la llaga: Si no lo veo, no lo creo, como dijo el santo varón. Si la alcaldesa dudaba de que fuera cierto, la oposición no quería ni verlo ni creerlo. Era demasiada suerte para un gobierno en minoría tropezar con la lámpara de Aladino en forma de centro comercial y además traído por un anterior alcalde y adversario político de muchos de ellos. Eso era el colmo.

Llegar a la firma del convenio con Carcaixent no fue un camino de rosas precisamente. Una corporación muy enfrentada y dividida nos lo ponía muy difícil. Ningún otro partido o facción deseaba que la alcaldesa se apuntase un solo tanto en este asunto. Y aunque algunos concejales habían puesto todo su empeño en hacer fracasar el proyecto, cuando el acuerdo resultó inevitable, todos los jefecillos se aprestaron a tomar posiciones ante la prensa para atribuirse hipócritamente el éxito, pero se les notó demasiado.

Todos los que conocieron semejante espectáculo sintieron vergüenza ajena. Con ello y algún detallito más, la victoria del PP estaba asegurada en las próximas elecciones por mayoría absoluta tanto en Alzira como en Carcaixent.

¡Vivir para ver!

Pasqual Vernich

 

 

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