Aguantamos con más paciencia
que Job este chaparrón de agua fría al que
nos sometía el Ayuntamiento de Alzira y nos
dispusimos a seguir sus indicaciones aún a
sabiendas de que no había ninguna
posibilidad por la pretendida zona urbana
sur. Nos entrevistamos con varios
propietarios señalados cuyos solares
resultaban escasos de superficie y sus
pretensiones excesivamente abultadas, como
era de esperar, lo que nos hizo perder unos
meses más.
Pero una curiosa coincidencia
hizo que nos fijásemos en el Huerto de Redal
en la partida de Materna. Se habían
calificado aquellos terrenos como zona verde
por indicación del alcalde Blasco siendo yo
arquitecto municipal de Alzira y en alguna
ocasión habíamos hablado de convertirlo en
un gran parque fluvial para la ciudad.
La idea del Huerto de Redal
surgió cuando repasábamos desanimados los
alrededores de la carretera CV-50 sobre la
fotografía aérea de Alzira y el plano del
municipio. Esta finca había sido calificada
como zona verde en el Plan General en los
años 80 para el cumplimiento de los
estándares mínimos y ahora se pretendía su
descalificación en la nueva revisión del
planeamiento, veinte años después, para
convertirla en suelo no urbanizable de
protección agrícola, sin ninguna previsión
indemnizatoria ni mayores justificaciones
técnicas. Esta actuación, a todas luces
irregular, había provocado que el año
anterior la propiedad, representada por los
abogados Presencia, me hubiera encargado un
informe técnico valorando las
responsabilidades patrimoniales en las que
incurría el Ayuntamiento de Alzira por este
asunto y así proceder a la reclamación
judicial. La valoración que rondaba los dos
mil millones de pesetas, acabaría siendo
refrendada por el Tribunal Superior de
Justicia de la Comunidad Valenciana. Al
final la ciudad no sólo perdió, como si
nada, esa importante suma de dinero público,
sino además uno de sus proyectos más
interesantes.
Esta zona verde del suelo
urbano, de unas ciento cincuenta hanegadas y
propiedad única, gozaba la particularidad de
admitir un pequeño coeficiente de
edificación como zona deportiva y terciaria,
casi suficiente para la volumetría del
centro comercial. Sólo era necesaria una
pequeña modificación puntual del plan para
hacerla viable. Se evitaba así al
Ayuntamiento una posible reclamación
millonaria y además se reordenaba esta zona
de la ciudad que servía de enlace con la
estación y era la puerta de entrada por el
suroeste. Bien comunicada y con una
envidiable notoriedad a la entrada de Alzira
por carretera y ferrocarril. Rodeada además
por el meandro del río, permitía la creación
de un gran parque fluvial que reconciliara
la ciudad de Alzira con el río Júcar al que
le había dado históricamente la espalda. Era
lo que los expertos en marketing llaman
“todos ganan”, la opción ideal para un
negocio. Se resolvían tantas cosas al mismo
tiempo que el enfoque prometía ser
razonablemente optimista.
La nueva propuesta había sido
aceptada, después de muchas dudas, por los
representantes del equipo de gobierno, es
decir la coalición Grande–Garés, quienes
prometieron tramitar la modificación puntual
del plan lo antes posible, por lo que se
envió inmediatamente al ayuntamiento una
nueva propuesta de convenio urbanístico para
su estudio.
Acordado el camino a seguir
para el nuevo emplazamiento del centro
comercial EROSKI y con una corporación tan
inestable, era importante tomar el pulso
también a la oposición municipal formada por
Elena Bastidas y Paco Blasco, con los que me
había entrevistado en diversas ocasiones a
lo largo de todo este proceso.
Vilella I y Redal
FRENTE SUR DE LA CIUDAD DE
ALZIRA
1.- Primera opción:
Terrenos del PAI ViIlella 1 en Les Bases
2.- Segunda opción:
Terrenos del Huerto de Redal en Partida de
Materna.
Pasqual Vernich |