El primer trabajo consistió
en obtener una vista aérea de la ciudad y
sus alrededores, especialmente centrada en
la estructura catastral del frente sur,
junto a la carretera CV-50. Los solares
urbanos de un lado no tenían entidad
suficiente, distaban mucho de la superficie
requerida y su calificación era inadecuada.
Sólo nos quedaba la opción de la zona
rústica al otro lado, con el inconveniente
de una mayor complejidad para la
reclasificación urbanística.
Otro condicionamiento
importante era conseguir en el sector una
propiedad única cercana a los 100.000 m2 que
diera como resultado final, tras las
cesiones obligatorias, el tamaño de parcela
requerido. Era muy importante evitar el
fuerte encarecimiento que suele producirse
en estos casos por las expectativas de los
propietarios y especuladores varios, que
podían hacer inviable la operación.
Cruzados todos estos datos y
vistas todas las alternativas, sólo habían
dos terrenos que cumplían estos requisitos
en aquel momento: Por una parte, el
triángulo de Vilella, formado por la
confluencia de la CV-41 a Carcaixent, la
circunvalación de Alzira y la futura Avenida
de la Ribera; y por la otra, el llamado
Huerto de Redal en el meandro del rio
Xúquer, lindante también con la carretera.
El primero de ellos tenía el
inconveniente de ser un terreno muy
inundable pero muy bien comunicado, y el
segundo tenía el hándicap de estar
calificado como zona verde del Plan General,
aunque con una pequeña edificabilidad y una
visibilidad exquisita. Ambos requerían un
trabajo urbanístico minucioso y conseguir
todos los acuerdos necesarios con la
precisión de un orfebre.
La propuesta le pareció
acertada a José Miguel Yubero, que
solicitó la visita al campo de operaciones
de Alfonso Fernandez Villacorta, su
jefe inmediato y responsable nacional de
expansión, quien dio luz verde al proyecto.
Aprobado ya por el consejo de
administración de Eroski en el País Vasco,
iniciamos una partida que prometía ser larga
y complicada.
Puesto que se trataba de una
reclasificación de suelo, se formularon las
consultas pertinentes a todos los partidos
con el fin de obtener el beneplácito
político y técnico antes de proceder a la
compra de los terrenos e iniciar los
trámites urbanísticos. El Ayuntamiento, con
matices según grupos, prometió impulsar la
operación en el triangulo de la zona de Les
Bases de Vilella, con Alfredo Garés
de alcalde y Pedro Grande concejal de
urbanismo.
En esta situación
preelectoral, poco antes del mes de Mayo de
1999, nos jugamos el todo por el todo con la
esperanza de que nuestros políticos no
variasen sus criterios en la siguiente
legislatura. Era una decisión empresarial
difícil pero, como el tiempo corre siempre
en contra de los negocios, tuvimos que
asumir el riesgo.
Pasqual Vernich |