Y me va bien, porque empezar
a colaborar en esta publicación digital con
un tema tan trabajado por mí y que suscitó
en su día tanta polémica, no deja de ser una
buena ocasión para tomar la alternativa en
este nuevo ruedo mediático al que nos invita
amablemente el amigo Rafa Roca.
Cómo todo el mundo sabe,
porque se publicó largo y tendido, yo tuve
la suerte de coordinar y dirigir todas las
gestiones urbanísticas, medio ambientales y
burocráticas para la instalación de este
centro comercial, primero en Alzira y
después, cuando esto resultó imposible, en
Carcaixent. Tras varios años de gestiones en
la primera ciudad, se tuvo que trasladar el
proyecto al norte de Carcaixent, al no
reaccionar el ayuntamiento a las repetidas
advertencias que se hizo desde la empresa. Y
ahora, parece ser, que ha pasado algo
similar con la primera firma multinacional
de material deportivo.
Cierto es, como dice
Aranda, que la gestión del alcalde Pedro
Grande y de sus alrededores, fue
realmente nefasta y que este fracaso sirvió
en gran parte para que se hundiera el voto
a su partido en las siguientes elecciones,
pero no es menos cierto que la oposición de
entonces que encabezaba la actual alcaldesa,
estuvo mucho más preocupada por derribar a
Grande que por salvar esta importante
inversión para la ciudad de Alzira. Los
partidos de la oposición consiguieron el
primer objetivo, pero se quedaron con el
culo al aire cuando vieron que el proyecto
había volado hacia Carcaixent, después de
los tres avisos reglamentarios.
Posteriormente para tapar sus
vergüenzas, unos y otros, gobierno y
oposición, tuvieron que buscar un enemigo
exterior e inventaron la patraña de que un
hombre nacido en Carcaixent como yo, les
había traicionado en favor de su pueblo
natal. Cosa ridícula si se tiene en cuenta
que mi propio interés profesional andaba en
juego. Parece que gestionar insistente y
pacientemente el asunto durante casi tres
años en Alzira, aguantando mentiras y
desplantes e informando a unos y a otros, no
les pareció suficiente aval de mi lealtad y
estima por esta ciudad, que considero
también mía y reavivaron la rancia y
anacrónica rivalidad entre los dos pueblos,
como toda excusa y justificación.
Afortunadamente ha pasado ya
suficiente tiempo, y a lo largo de estos
años he conservado una ingente documentación
de todo aquello, por lo que podremos contar
en días sucesivos, con pelos y señales, la
historia del centro comercial desde la
distancia y a vista de pájaro.
Pasqual Vernich |