Artículo enviado por Rafa Muñoz 22/01/2008
L'especulació financera porta estes conseqüències. Renunciar a
controlar els fluxes financers internacionals, admetre que les
autoritats econòmiques han de ser "lliures" en les seues decisions i
no han d'estar subordinades al poder polític, acceptar el credo
neoliberal de que siga el mercat el que regule la vida econòmica
sense interferències, acceptar que si cadascú busca el seu benefici
individual s'aconseguirà el benefici de tots, ... tots estos dogmes
neoliberals que han justificat l'especulació financera han portat
l'actual crisi.El catedràtic d'Economia Aplicada de la Universitat
de Màlaga Juan
Torres López ens ho conta en el següent article.
*La caída de las bolsas internacionales: pasó lo que tenía que
pasar*
Juan Torres López
El 21 de enero de 2008 se convirtió en otro lunes negro de las
bolsas internacionales.
La caída es espectacular: el valor bursátil de las 35 mayores
empresas españolas ha caído 101.000 millones de euros en 14 días,
casi el 20% de su cotización. En las bolsas asiáticas se perdía ayer
entre el 5 y el 7% de los valores, en México el 5% ... y hoy
vendrá Nueva York, mientras seguramente sigan cayendo todas las
demás.
Es normal que todo el mundo se pregunte lo qué está ocurriendo y
qué es lo que previsiblemente pueda ocurrir en los próximos días y
semanas.
La respuesta es elemental: lo que está pasando es, sencillamente,
la consecuencia lógica del estado de cosas en que se encuentran las
relaciones financieras en nuestros días. Yo mismo lo vaticiné en un
artículo anterior publicado el pasado 10 de septiembre (Diez ideas
para entender la crisis financiera, sus causas, sus responsables y
sus posibles soluciones
<http://hl33.dinaserver.com/hosting/juantorreslopez.com/jtl/index.php?option=com_content&task=view&id=839&Itemid=89>).
Como es sabido, en los últimos años los mercados financieros y la
actividad de los bancos han cambiado de naturaleza.
Antes, los bancos se dedicaban preferentemente a recoger los
recursos de los ahorradores para ponerlos a disposición de los
inversores o de los consumidores manteniendo un volumen mínimo de
reservas para hacer frente a los reintegros. De esa forma
alimentaban constantemente la economía productiva con la
financiación más o menos necesaria. Hoy día, los dedican
preferentemente a comprar "papel", es decir, a comprar y vender
activos financieros (títulos de todo tipo, contratos de cualquier
naturaleza, seguros, reaseguros...) en lugar de dedicarlos sobre
todo a hacer que la economía real funcione más y mejor. Y, además,
las reservas de garantía se han reducido al mínimo e incluso han
desaparecido en muchos casos.
Lo hacen porque es muy rentable. Gracias a las nuevas tecnologías
que permiten realizar operaciones a cada segundo, en cualquier lugar
del mundo y con coste prácticamente nulo, y gracias a la libertad
total con que se cuenta para llevar el dinero de un sitio a otro del
mundo, se pueden realizar operaciones constantemente y así obtener
grandes rendimientos de los cambios de precios que continuamente se
producen.
Esto es tan rentable que cada vez se hace más, de modo que cada
vez hay más recursos dedicados a estas operaciones especulativas.
Las empresas ganan más en estas operaciones que en la economía real,
y sus propios directivos las gobiernan para tratar de obtener
ganancias en las bolsas o para que sus acciones sean atractivas a
los demás inversores especulativos.
El problema es que esas actividades son muy rentables
precisamente porque son .... ¡muy inseguras!
Es natural, todo el mundo sabe que cuanto más segura es una
operación menos rendimiento dará y que será más rentable cuanto más
riesgo conlleve.
La combinación de esos dos factores (abundancia de operaciones
especulativas y el riesgo que comportan) es lo que produce la
llamada /financiarización/ que ha convertido a la economía mundial
en un auténtico casino, como dijo el Premio Nobel de Economía
Maurice Allais.
Sus consecuencias son claras: insuficiencia de recursos para
crear actividad y empleo (porque se dedican a la especulación),
inestabilidad y crisis (porque es únicamente en este contexto de
cambio constante en las cotizaciones en el que se puede ganar mucho
dinero) y, por tanto, transmisión de sus efectos negativos a la
economía real en su conjunto.
Pues bien, lo que ha pasado en los últimos meses no es sino una
expresión paradigmática de todo esto.
Los pasos han sido los siguientes:
a) La inversión especulativa sube artificialmente el valor de
la vivienda.
b) Los bancos multiplican su oferta de créditos hipotecarios
pero al
hacerlo conceden, sobre todo en Estados Unidos, una gran
cantidad de
hipotecas a familias con recursos insuficientes si cambian las
condiciones del mercado.
c) Los bancos que conceden hipotecas (prácticamente todos)
venden esos
contratos en los mercados llamados "secundarios" (porque en
ellos se
re-compran y re-venden sucesivamente los "papeles" que se han
negociado
en fases anteriores, en este caso, las hipotecas originales).
Así es
como se originan los nuevos "productos financieros derivados",
que son
los títulos que nacen de haber comprado un título, que resultaba
de
haber comprado otro, que compró otro... y así sucesivamente.
De esta manera se forma una especie de pirámide gigantesca en
la que
cada operación es más rentable que la anterior pero, como he
dicho
antes, porque es cada vez más insegura. Y eso es lo que va
generando un
riesgo acumulado y global en los mercados financieros.
d) Cuando por cualquier circunstancia falla cualquier eslabón
de la
cadena todo salta por los aires. Y ya se sabe que la fortaleza
de una
cadena es la de su eslabón más débil, lo que hace muy frágil al
conjunto
de las relaciones financieras.
e) En la crisis actual lo que inicialmente falló fue que
muchas familias
estadounidenses dejaron de pagar sus compromisos hipotecarios y
eso
activó una reacción en cadena provocando pérdidas en lugar de
las
ganancias habituales.
f) A partir de ahí, los capitales dieron un paso atrás. No es
que
hubiera insuficientes, como se quería hacer creer, sino que se
retrajeron. Pero lo hicieron, no solo en los mercados
financieros más
especulativos, sino también en todos los demás y,
principalmente, en los
que financian la actividad real.
g) Eso fue lo que hizo que los bancos centrales, en lugar de
tomar
medidas para evitar que se produjeran más corridas de este tipo,
se
dedicaron a "inyectar" miles de millones de dólares y euros a
los
mercados en forma de generosos préstamos a los grandes bancos y
financieros del mundo.
h) De esa forma fue que una crisis hipotecaria en Estados
Unidos (aunque
podría haber tenido su origen en cualquier otro país y en
cualquier otro
motivo, como ha pasado otras veces) se convirtió en una crisis
financiera que afectaba a toda la banca mundial, porque es a
nivel
mundial que actúan los grandes bancos e inversores de nuestra
época.
i) ¿Por qué caen entonces las bolsas? Sencillamente, porque
todo lo
anterior pone claramente de relieve ante los inversores dos
circunstancias, por otra parte evidentes: que se ha roto la
cadena de la
ganancia de "papel" y que el dinero se ha retraído, de modo que
no se
van a seguir produciendo sucesivas alzas que favorezcan, a su
vez,
sucesivas ganancias especulativas.
Es por eso que la retraída de los capitales se produce en los
valores que más artificialmente habían subido en los últimos
tiempos, es decir, en los que habían cotizado más alto pero solo
como expresión o como consecuencia de las burbujas especulativas de
meses y años anteriores (en España y en casi todo el mundo, los
bancos que invirtieron en
vivienda, las grandes inmobiliarias, los fondos de inversión más
especulativos, es decir, los más rentables pero menos conservadores
en sus opciones de inversión....).
Y en estas estamos: en una crisis financiera que es internacional
porque la plena libertad de movimientos de capital extiende sin
remedio los efectos a todo el planeta.
Y lo que viene ahora (que ya empezó en Estados Unidos) es su
efecto sobre la economía real, es decir, sobre la actividad
económica y el empleo.
Esto es algo inevitable por cuatro razones principales:
a) Porque los inversores y financiadores afectados sufren
pérdidas y
retiran sus recursos no solo del área financiera, como he dicho,
sino
también de la actividad productiva
b) Porque se vienen abajo las industrias vinculadas a la
burbuja
especulativa y, sobre todo, la construcción.
c) Porque los bancos centrales han sido incapaces o no han
querido
proteger a la economía real.
Por el contrario, lo que han hecho ha sido permitir este estado
de cosas, dejando hacer a los especuladores, no haciendo nada para
luchar contra la opacidad de las operaciones financieras y, en
definitiva, dejando crecer la burbuja de los últimos años con tal de
alimentar la desenfrenada ansia de ganancia de los bancos. Hasta
gobernantes conservadores como Angela Merkel y Sarkozy lo hicieron
notar más o menos veladamente hace unos meses.
Los bancos centrales son, en realidad, los pirómanos que han
alimentado la crisis: su pasividad y su complicidad nos permiten
hablar de una auténtica crisis financiera "prefabricada".
d) Porque con la excepción de Estados Unidos, los gobiernos
apenas tienen capacidad para intervenir inyectando en la actividad
real los recursos que los bancos centrales inyectan en los flujos
financieros.
Y esto es así de un modo especial en la Unión Europea: sin
gobierno económico y a expensas del fundamentalismo del banco
central, es seguro que sufra una recesión de mucho mayor calado,
salvo que Estados Unidos sea capaz de frenar rápidamente la suya
evitando así el contagio que ya ha comenzado. Algo que ya es muy
improbable.
Eso es lo que hay y lo que viene.
Se equivocan, o mienten, los gobernantes que están diciendo que
es poca cosa.
Se equivocan, o mienten, los banqueros centrales que dicen que es
solo un episodio de inestabilidad financiera.
Se equivocan o mienten mucho más grave y cínicamente quienes
ahora solo vuelven a dar la receta de que lo que hay que controlar
son los salarios para salir del apuro.
Y se equivocan o mienten quienes quitan importancia a estas
manifestaciones inequívocas de riesgo global.
El financiero George Soros que conoce bien los mercados
financieros acaba de decir, según la Agencia Reuters, que "la
situación es mucho más seria que cualquier otra crisis financiera
desde finales de la Segunda Guerra Mundial" y que eso se debe a que
"durante los últimos años, los políticos habían sido guiados por
algunos malentendidos básicos procedentes del "fundamentalismo del
mercado", la creencia en que los mercados financieros tienden a
actuar hacia el equilibrio".
Y en Davos, donde cada año se reúnen los más poderosos del mundo,
acaban de presentar el informe /Global Risk 2008/ que, si bien es
verdad que se orienta a apuntalar el sistema más que a modificarlo
en sentido positivo, advierte sin disimulos del peligro real e
inmediato de una crisis financiera generalizada como consecuencia de
la infravaloración
del riesgo que se está asumiendo.
La situación, por tanto, no admite muchas dudas. Estamos en el
único sitio en donde podíamos estar cuando se deja que los capitales
fluyan libremente buscando nada más que beneficios extraordinarios y
rápidos en actividades especulativas, cuando los gobiernos renuncian
a gobernar para favorecer así a los poderosos y cuando no se pone
límite alguno al afán de tener más y más y más de los más ricos del
planeta.
Los capitales a la deriva no puede llevar a la economía mundial a
otro sitio que no sea a una deriva generalizada hacia la crisis y el
malestar. No puede ser de otro modo.
Las soluciones inmediatas existen y no son difíciles, en contra
de lo que se nos quiere hacer creer. Y son cada día más urgentes y
necesarias: controlar la especulación regulando las finanzas
internacionales para garantizar seguridad y estabilidad; domeñar a
los capitales financieros y obligar a que los recursos estén al
servicio de la actividad productiva mediante impuestos globales; y,
en definitiva, evitar que la lógica del mercado se convierta en la
lógica social.
Obviamente, lo que no es tan fácil es disponer del poder
suficiente para lograrlo y precisamente es hacia ello hacia donde
tendrían que orientar su esfuerzo los ciudadanos y las
organizaciones sensatas del planeta.
Porque el origen último de la crisis financiera no está en las
finanzas sino en el poder desmedido que tienen los banqueros y los
grandes propietarios.
Justo lo que hay que quitarles para poder evitarlas en el futuro.
Juan Torres López es catedrático de Economía Aplicada de la
Universidad
de Málaga (España).
Su web personal:
www.juantorreslopez.com
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