España: La doble moral de los ricos ante los gastos del Estado
Artículo enviado por Rafa Muñoz 20/09/2007
Juan Torres López
www.altereconomia.org
Ahora que el gobierno de Rodríguez Zapatero
se esfuerza en aumentar el gasto social y en tomar medidas que
favorezcan especialmente a los sectores más desfavorecidos, arrecian
también las críticas. Los conservadores de derechas dicen que
dilapida los recursos públicos. Y lo dicen los mismos que callan
como estatuas cuando las ayudas del Estado son para los ricos, como
sucede ahora, cuando los bancos centrales se gastan mucho más dinero
en ayudar a los especuladores.
Los conservadores de derechas (utilizo esta expresión porque es
evidente que también los hay en la izquierda y por supuesto hasta en
la extrema izquierda) suelen ser muy dados a utilizar varas de medir
muy diferentes según cuáles sean los temas de los que están
hablando.
En estas últimas semanas no he oído a ningún dirigente o
personalidad de esa adscripción ideológica preguntarse sobre la
necesidad, la legitimidad o el destino de los cientos de miles de
millones de euros y dólares que los bancos centrales han puesto
generosamente a disposición de los bancos, es decir, de los ya más
ricos del planeta. Una cantidad ingente de recursos que han debido
movilizar para hacer frente a la irresponsabilidad bancaria, a las
inversiones super arriesgadas pero muy rentables y a su voracidad a
la hora de buscar cada vez más beneficios. Y recursos que serán
destinados a seguir haciendo lo mismo, esto es, a realizar nuevas
operaciones especulativas que volverán a aumentar la volatilidad y
el riesgo global en la economía.
Pues bien, esos mismos que ahora callan son los que continuamente
rechazan las políticas sociales que comportan gastos mucho menos
elevados aunque destinados a proporcionar recursos a los más
necesitados.
El gobierno español se ha empeñado felizmente en los últimos meses
en realizar una serie de ofertas sociales que están siendo
criticadas por los conservadores de derechas porque dicen que, como
siempre, significan un despilfarro electoralista. Así lo leo hoy
mismo en un conocido diario digital que se hace eco de las
propuestas de reforma del Estado de Bienestar que hace en Francia el
presidente Sarkozy: “Para Nicolás Sarkozy el Estado de Bienestar
no es un botín a repartir en tiempos electoralistas como piensa
Zapatero sino un agujero negro en las finanzas públicas que hay que
sanear con urgencia”.
Es verdad que no todas las medidas del gobierno de Zapatero se
pueden considerar igual de efectivas para aumentar realmente el
bienestar social y que yo mismo he criticado alguna de ellas por
considerarla, precisamente, más bien cercanas a los principios
liberales que terminan por favorecer a las rentas más altas. Pero,
en cualquier caso, es igualmente evidente que al fin y cabo suponen
una innegable transferencia de recursos hacia los sectores de
población de menor renta. Y eso es lo que no les gusta a los
conservadores de derechas.
En estos casos, cuando de repartir la renta y la riqueza se refiere,
los argumentos son siempre los mismos: que se dilapidan recursos,
que el Estado decide por los individuos y se cercena la libertad,
que las administraciones públicas gastan peor que cuando lo hacen
los intereses privados, que se incentivan la pereza y la desidia o
que se trata de políticas populistas que se llevan a cabo con el
único propósito de ganar elecciones.
Pero, curiosamente, cuando se hacen este tipo de críticas, cuando se
argumenta de este modo, no se tiene en cuenta que el Estado se gasta
quizá mucho mas dinero en subsidiar a los ricos, bien por activa
mediante ayudas y privilegios o por pasiva renunciando a que
contribuyan fiscalmente en la medida en que les debiera corresponder
según sus ingresos; ni se tiene en cuenta, por ejemplo, lo que está
costando en estos momentos la irresponsabilidad bancaria o los
costes sociales (por ejemplo ambientales) que no se registran con el
actual modo de contabilizar los costes y beneficios privados; como
tampoco se tiene en cuenta que la injusticia fiscal de nuestros días
o la desregulación de las actividades económicas y financieras lo
que está incentivando es sencillamente el robo y la delincuencia de
altos vuelos. Y, por supuesto, no se dan cuenta de la barbaridad que
supone criticar a un partido o gobierno por tratar de favorecer los
intereses ciudadanos con tal de ganar elecciones: ¿qué se supone que
deben hacer entonces?, ¿no habíamos quedado en que las elecciones
eran el procedimiento para que los ciudadanos expresemos nuestras
preferencias hacia uno u otro partido?, ¿qué de malo tiene que un
gobierno trate de favorecer a quienes le han votado o a los que
quienes atraer para que lo voten? Si las elecciones son la expresión
máxima de la democracia, ¿por qué les parece siempre mal que a las
medidas sociales sean electoralistas?
Siempre pasa lo mismo. Ahora en España y en los últimos años en
Venezuela. Allí critican que el gobierno de Hugo Chávez “dilapide”
los ingresos petroleros repartiendo dólares a los pobres con el
único propósito, según dicen, de mantenerse en el poder. Lo mismo
que dicen ahora de Zapatero las mismas corrientes de opinión
¿Qué se supone que deben hacer entonces? ¿Debe seguir Chávez dándole
el dinero a los ricos, como se había hecho siempre en Venezuela,
para que no le vote nadie y puedan poner otra vez a los políticos
corruptos de siempre? ¿Debe volver Zapatero a los tiempos del
franquismo que añoran los ricos de derechas, cuando no pagaban
impuestos y el Estado les regalaba miles y miles de millones de
pesetas en subvenciones y ayudas?
La verdad es que los discursos de los más favorecidos criticando
este tipo de medias son comprensibles. Al fin y al cabo están
defendiendo la porción privilegiada de tarta que se han garantizado
gracias a su poder. Lo que resulta más lamentable es que el mismo
discurso lo defiendan también millones de ciudadanos que casi no
tienen ni donde caerse muertos.
Esto último fenómeno es la consecuencia de la gran capacidad de
convicción que tienen y despliegan los poderosos a través de sus
medios de comunicación, de las escuelas, de la mayoría de las
iglesias y de los líderes de opinión a quienes alimentan con
inusitada generosidad.
Y esto es lo que indica que para defender las conquistas sociales no
solo hace falta dedicar recursos económicos a las infraestructuras
sociales sino también un gran esfuerzo a la formación, al fomento de
la información plural y del debate libre.
Juan Torrez López es catedrático de Economía Aplicada de la
Universidad de Málaga (España). Su web personal es
www.juantorreslopez.com
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